Nos divorciamos, ¿y ahora qué?

Una ruptura es siempre desagradable, más aún si la pareja tiene hijos menores de edad. Su bienestar es, sin duda, la prioridad de sus padres y, por ende, de cuantos estamos implicados en el proceso de separación. Tanto si la decisión se tomó de mutuo acuerdo, como si se hizo de manera unilateral, todas las parejas deben acordar la custodia de sus hijos y el régimen de visitas.

Tipos de custodia.

Existen distintos tipos de custodia. La más frecuente hasta hace unos años era la monoparental o en exclusividad, en la que una de las dos partes, normalmente la madre, se encargaba de sus hijos, estableciéndose un régimen de visitas y comunicaciones para el otro progenitor. Desde hace un tiempo, cada vez son más las parejas que optan por la custodia compartida, acordando en ese caso el periodo de tiempo que pasarán con sus hijos, distinguiéndose entre el curso escolar y las vacaciones.  En el caso de padres que viven en distintas ciudades se suele compensar en las vacaciones escolares el tiempo que uno de los padres deja de pasar durante el curso escolar.

Otro tipo de custodia es la partida, que divide a los hijos entre los progenitores. Se trata de una decisión poco común ya que los jueces nunca separan a los hermanos salvo en casos de un posicionamiento claro de los descendientes que tengan ya una cierta edad para poder decidir, como a partir de los 15 años. Y, finalmente, tenemos la custodia compartida o conjunta, con la que se defiende la co-parentalidad o igual implicación de padres y madres en la crianza de los hijos. En estos casos, los progenitores establecen el tiempo en el que ejercerán la responsabilidad sobre sus hijos, pudiendo ser un año cada uno, un mes, una semana o, incluso, un día, adaptándose siempre a las características de cada familia.

Son muchos los casos de divorcio que nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestra carrera, y siempre hemos intentado que las parejas entiendan que el cuidado de los niños no es solo un derecho, sino también un deber, siendo imprescindible mantener el lazo afectivo entre padres e hijos.